Gracias a la
Universidad Miguel Hernández de Elche y a todo el jurado del 'Premio de
Literatura Atzavares' por otorgarme el primer premio. Os dejo aquí el relato
tal cual lo escribí:
Petricor
DiaryH3 - 31 de enero:
Estoy
indecisa. No sé si comprarme un perro o un hurón, ambos me gustan pero… Después
del hundimiento en bolsa de Apple y la interrupción indefinida de sus fábricas,
no puedo fiarme de comprar la aplicación de iDog o MyFerret y luego quedarme
sin soporte. Y por si fuera poco, desde la quiebra de Google las opciones para
tener mascota son cada vez más escasas, una lástima para las amantes de los
animales como yo.
DiaryH3
- 8 de febrero:
Hace ya más
de dos semanas que la tele ha dejado de hablar del derrumbe de las pirámides de
Guiza. Egipto ha sido Trending Topic mundial durante días. Montañas
de vídeos y fotos inundan la red, la mayoría son memes y vídeos trucados que
hacen que te partas de la risa, ¡son buenísimos!
“Me da que a
los dioses extraterrestres que las erigieron les pitan los oídos con tanto
alboroto”, esa ha sido mi aportación a la red. ¿No es genial? ¡Compartid!
DiaryH3
- 17 de febrero:
¡Hola de
nuevo! Hoy ha sido un día un poco extraño, os cuento. Después de tomar un
helado en el Sector A2, se ha producido otra bajada de tensión eléctrica, por
lo que el transporte quedó inhabilitado y tuve que volver a pie a mi casa. Vaya
bajón, lo sé.
La cuestión
es que mientras volvía me han asaltado. No quiero prejuzgar, pero ha sido un
inconformista, seguro. Por su tamaño debía ser un niño, pero no me paré mucho
tiempo porque olía muy mal, quiero decir, no olía a persona civilizada. Y por
si fuera poco, tuvo la desfachatez de hablarme. ¡Me echó su voz! ¡Serán
maleducados! No quieren aprender a comunicarse a través de la tecnología, sin
emitir gases desagradables al hablar. “Ayuda”, me dijo. Evidentemente aligeré
el paso hasta que estuve lo bastante lejos como para sentirme segura.
DiaryH3
- 18 de febrero:
Gracias a
todos por vuestros comentarios de apoyo y repulsa. Os informo de que estoy
bien. Ojalá cerrasen las fronteras, estas cosas no pasarían.
DiaryH3 - 27 de
febrero:
¡Muy fuerte!
Intentad no pestañear a continuación porque no quiero que os perdáis ni una
palabra de lo que me ha ocurrido. ¿Os acordáis del rebelde del otro post? Pues
lo he vuelto a ver.
Estaba
acurrucado entre los dos generadores de mi portal, aquí abajo no tenemos un
verano permanente y supongo que tendría frío. ¿Me seguiría hasta mi casa el
otro día?
Cuando me
iba a poner en contacto con la policía, se puso a llorar. Me resultó peculiar
verle hacer eso, la cuestión es que le di una oportunidad. El pequeño
inadaptado extrajo de su pantalón (creo que se escribe así, es una prenda muy
desfasada) un papel. Sospecho que el muy guarro intentó que lo cogiera de su
mano, al final lo dejó caer al suelo y le hice una foto con el móvil. Hacía
mucho que no veía papel, y más aún una letra caligrafiada a mano. Me costó
transcribirla. ¡Pero para eso están las apps! Al procesarla con mi gadget, esto
fue lo que ponía:
Me he
escapado de casa. Mi papá necesita ayuda. Por favor, dadme medecina.
Lo primero
que pensé es que hacía mucho tiempo que no veía un error ortográfico, mi
corrector predictivo hubiese modificado la última palabra. Está diseñado
milimétricamente para escribir la palabra más correcta; al igual que yo, nunca
se equivoca.
Antes de
irme a dormir, le dejé a unos metros un poco de agua. No sé si hice bien.
DiaryH3
- 28 de febrero:
Me sorprende
la cantidad de comentarios alcanzados en mi anterior post, parece que a mis más
de cinco millones de suscriptores les ha gustado mi vivencia. Ante la mayoría
de peticiones, intentaré comunicarme con él. No os prometo nada. ¡Atentos a mi
canal!
DiaryH3
- 29 de febrero:
Fui a
buscarlo al portal, pero ya no estaba.
DiaryH3 - 30 de
febrero:
¡Están en
rebajas y no he podido resistirme! Los zapatos Art Flhoes por fin serán míos.
Al pisar se proyecta un holograma de flores precioso… ¡Por donde pise crearé
vida! Me encanta la tecnología, no voy a pasar desapercibida en ningún sector.
Hoy están todas las webs de compra llenas de la publicidad del Día de la Luna,
como si me importara eso de que la tierra gira más lenta por no sé qué apogeo
lunar, la cuestión es que hay rebajas; aunque ahora no sé si en blanco me
quedarían mejor…
DiaryH3
- 25 de marzo:
…
Casi un mes
sin tocar este teclado. Mi ausencia tiene una explicación que no os vais a
creer. Todavía no sé cómo contar lo que me ha pasado estos días... Es horrible.
Necesito más tiempo.
DiaryH3
- 31 de marzo:
Os pido
disculpas, he estado muy confusa, necesité un tiempo para poder organizarme
bien antes de escribiros. ¿Estáis preparados? Mejor empezar por el principio,
justo antes de que me secuestraran:
Cuando pensé
que se había ido para siempre y ya nunca más me molestaría, el niño
inconformista volvió a aparecer. Sucedió al poco de tomarme las pastillas de
las buenas noches. Me asomé a mi ventana y estaba sentado cerca del generador,
pensé que querría más agua. Por mi seguridad cerré todas las puertas mediante
las llaves de bloqueo magnético.
Al
despertarme, ya no lo hice en mi casa.
Una venda me
cubría los ojos, intenté quitármela, y una voz humana (sí, una voz) me advirtió
de que si lo hacía, podría quemarme las córneas. Así que desistí, menos
alterada de lo normal, supongo que por el efecto de las pastillas o por esa
sensación en la piel tan cálida y agradable que sentía.
La voz de la
advertencia volvió a resonar, quería avisar a la policía. De repente me di
cuenta de ese olor… ya lo había percibido antes, solo que ahora olía como si
estuviera en el país de los inconformistas. ¿Estaba en el exterior? ¡No era
posible! Entonces sí comencé a alterarme.
Los
pensamientos afloraron como fuegos artificiales. Pero recordé que, como decían
las lecciones en realidad virtual que estudié de niña, debía pensar con
raciocinio y objetividad absoluta. Al cabo de unos minutos de tenso silencio,
me atreví a preguntar con una voz que ya no recordaba poseer y cuya articulación
me resultó embarazosa:
–¿Por qué me
han traído aquí? ¿Qué quieren de mí?
–¡Ah! Ahora
sí que habla… –escuché a lo lejos con tono rimbombante.
–¡No te
pases! Déjala que se habitúe –le regañó otra voz más cercana y
autoritaria–. Estás aquí para hacer una labor muy importante,
llevamos más tiempo del que crees siguiendo tus pasos. La hora a la que te
acuestas, el momento en que comienza a hacerte efecto esa droga que os metéis
por las noches, cuándo escribes tus entradas en DiaryH3, dónde dejas las
llaves… Incluso pudimos hacer una copia gracias al raudo pequeñajo de
aquí –la risa de un niño inundó la estancia.
–Entonces,
el niño que vi… –no llegué a terminar la frase.
–Sí, mi hijo
tenía que acercarse a ti de algún modo. Todo forma parte de lo mismo. Los ojos
de tu mundo sólo perciben la realidad a través de las pantallas, y tú posees el
control de muchas miradas. Nos serás de gran ayuda -su tono iba
adquiriendo amabilidad.
Tuvieron que
pasar unas horas más hasta que me pusieron unas gafas muy oscuras y me quitaron
la venda, en ese orden. Al principio apenas veía nada, pero poco a poco mis
ojos se fueron adaptando.
¿Y cómo es
el exterior? Pues bien, allí todo era muy claro, muy brillante, el sol que
había visto tantas veces en mi pantalla, en realidad emitía una luz que lo
bañaba todo, y además era cálida. Jamás había sentido esa sutileza que activaba
las terminaciones nerviosas de la piel expuesta. Es casi inefable. Todo tenía
un aspecto marrón cobrizo, no había infraestructuras ni hormigón: era tierra.
Miraras donde miraras, estaba seco, a excepción de unos pozos artificiales y
chozas hechas con barro, (según me contaron ellos). Aunque he de decir que
dentro se estaba muy fresquito, no parecía verano.
Ya bien
entrada la oscuridad, me percaté de que tanto el calor como el frío allí son
extremos, uno por el día y otro por la noche. Sentados alrededor de una
hoguera, como en el cine clásico, me fueron desvelando por qué yo era su última
esperanza.
–¿Qué dicen
de nosotros allí abajo? –preguntó el patriarca de aquella familia compuesta por
tres varones, un padre y sus dos hijos.
–Según nos
enseñan los medios de comunicación y nuestro sistema educativo, hay unos pocos
testarudos que se niegan a vivir bajo tierra y que son considerados parias. Su
esperanza de vida es muy corta debido a la radiación. Crean chabolas con
plásticos y basura y cultivan hortalizas en invernaderos improvisados para
luego venderlas a los de abajo –dije, un poco sorprendida por mi soltura
vocal.
–Plásticos y
basura… –expelió con una sonrisa torcida el mayor de los hijos.
–Las
mentiras reduntantes son verdades cinceladas. Bastante hemos soportado
ya –pareció que se le iba a romper la voz, pero el cabeza de familia
prosiguió sin titubear–. La vida que ya no queda en la superficie, intenta
sobrevivir en las profundidades, sois una sociedad artificial que se os ha
olvidado qué significa ser humano. Vuestras metas son filtradas mediante
tecnología que se os vende como una herramienta, pero que acaba siendo una
extensión física y mental. A veces un muro entre vosotros y la verdad. Y ahí es
donde entras tú –me señaló con un dedo índice bronceado y muy curtido.
–¿Yo?
–Tu
creciente popularidad en la red servirá de canal para que hagas llegar, a
cuantos más mejor, el siguiente mensaje: Somos los últimos tres humanos sobre
la faz de la Tierra –matizó cada palabra para que no se me escapase nada.
–Ya no
quedamos más, somos la última familia –rumió con voz lúgubre el hermano
mayor.
–¿Y por qué
no vivís abajo? ¡Allí todo es perfecto! –solté de repente cargada de
obviedad.
–Porque… –el
rostro del padre pareció ensombrecerse, hasta entonces no me había dado cuenta
de que era un anciano–. La perfección es monotonía, la perfección es
plana. El cielo es oscuro, la noche es rutina, las estrellas son el defecto,
las pecas en la cara de la oscuridad. Y qué quieres que te diga, a mí me gustan
las mujeres con pecas –miró con picardía a su primer hijo, que le devolvió
la sonrisa.
–¿No se te
ha ocurrido mirar hacia arriba? –dijo el pequeño, era la primera vez que
hablaba.
Entonces
miré hacia arriba y una emoción desconocida se empotró contra mi caja torácica.
Abrí mucho los ojos, también la boca. Luz natural, estrellas de verdad…
Lo siento,
aún noto esa cosa en el pecho. Mejor será que siga escribiendo mañana. ¡Espero
vuestros comentarios!
DiaryH3
- 2 de abril:
Ayer intenté
acceder a la app del diario digital, pero los servidores de DiaryH3 estaban
colapsados. Al parecer no han aguantado vuestra avalancha de visitas,
comentarios y seguidores. Simplemente, GRACIAS. Seguiré por donde lo dejé hace
un par de días:
Aquella
noche dormí mirando el cielo estrellado. Bueno, la verdad es que no dormí, miré
el cielo.
Al día
siguiente, el padre y el mayor de los hermanos habían desaparecido, supongo que
se irían a hacer sus labores. Me encontraba yo sola con el pequeño en el
interior de una de las cabañas, resguardándonos del excesivo calor.
–¿Cómo te
llamas? –pregunté para romper el hielo.
–Petricor –dijo
sentándose más cerca de mí.
–¿Qué clase
de nombre es ése? –lo miré con una mezcla de risa y pena–. Petricor…
parece alguna clase de pájaro de pico largo –por la expresión contenida
del niño, supuse que nunca había visto un pájaro.
–Me llamo
así por mi abuelo, él decía que Petricor es el nombre que recibe el olor de la
lluvia al caer sobre suelos secos –los grandes ojos del niño se
turbaron–. Mi abuelo me dijo que así también se le llamaba al líquido que
fluía por las venas de los dioses en la mitología griega.
–Nosotros no
estudiamos esas cosas… –dije extrañada–. Hace unos 28 años que no se
registran precipitaciones, ¿cuántos años tiene tu abuelo para saber cómo huele
la lluvia? –le pregunté.
–Estaba
cerca de cumplir los 40, murió hace unos meses.
Acto seguido
el niño me abrazó entre lágrimas. Mi primer impulso fue apartarme, pero luego
cedí ante la ternura, (he tenido que buscar esa palabra en un diccionario
clásico).
–Petricor,
¿por qué no venís conmigo abajo? Allí podréis vivir y evitar una muerte
asegurada.
–Mi abuelo y
mi padre siempre decían que las extinciones son cambios necesarios, y que
alguien que niega su destino es un fósil que todavía no está fosilizado.
–Espera, ¿insinúas
que nosotros también vamos a morir allí abajo? Eso es imposible, no me cabe la
menor duda –afirmé absorta.
–El miedo
inhibe la duda. Además, ¿acaso pensáis que estáis vivos? Sois el eco de
una muerte amañada –respondió el niño con una seguridad impropia, desde
luego que era hijo de su padre…
–¡Ese es mi
niño! ¡Así se habla! –la voz del patriarca retumbó en las paredes y di un
grito ahogado debido a que no lo vi entrar.
–Tienes que
irte antes de que la radiación afecte a tu nívea piel –me dijo con voz
contundente–. Diles lo que has visto. Cómo es el cielo, el fuego en la
noche, la luz natural, el sol, las estrellas… Lleva el recuerdo de la humanidad
a las redes. Será una chispa de luz en un universo oscuro –mientras
pronunciaba la última frase, el reflejo de la luz solar que asomaba por la
entrada desaparecía por momentos.
–¡Nubes,
papá! –exclamó el niño mientras salía disparado fuera de la cabaña.
Y allí
estábamos los cuatro, viendo cómo se amontonaban unas nubes que al principio
parecían pasajeras, unas nubes que no puedo describir con palabras, puesto que
el viento las transformaba en figuras imposibles cada pocos segundos. Su color
se volvía intenso y la luz se atenuaba. Mi mente y mi cuerpo eran una maraña de
asombro y miedo. Estaba maravillada ante aquel espectáculo.
Cuando cayó
la primera gota, fue absorbida tan rápido por el terreno que ni siquiera me di
cuenta. Fue al cabo de un rato cuando aquella especie de ducha celeste se me
vino encima y me caló por completo. Había leído sobre eso, pero vivirlo es…
increíble.
Y entonces
emergió aquel aroma. Y me congelé.
Petricor…
Petricor…
En un
instante lo entendí todo. Entendí por qué no sentía nada, por qué estaba vacía,
me vi como un producto y comprendí mi ceguera. Supe también por qué hace muchos
siglos existían las religiones, y es que algo tan mágico es digno de adoración.
Tras aquella epifanía, me sentí viva por primera vez en mi vida. Estaba
llorando, o era la lluvia que resbalaba por mi cara, todavía hoy no lo sé...
Cuando miré
a mi alrededor, me encontré con un panorama desolador. Formando un corro sobre
el más pequeño de la familia, estaban su padre y su hermano. El niño parecía
una masa mojada e inerte, su padre lloraba desconsolado y su hermano intentaba
encerrar la rabia apretando tanto sus puños que de sus palmas brotaba un hilo
rojo que se mezclaba con el agua. Petricor, según me dijo su padre, nació con
problemas de corazón debido a la radiación. Su mayor sueño era que lloviese. La
excitación del pequeño ante aquel acontecimiento fue tal, que su corazón no
pudo resistirlo.
–Mi hijo se
va entre el aroma que acompaña a la primera lluvia tras un largo período de
sequía. Y yo no tardaré mucho tiempo en alcanzarle.
Fueron las
últimas palabras habladas que escuché antes de regresar.
DiaryH3
- 5 de abril:
Gracias por
las millones de sugerencias sobre qué hacer para honrar a esos últimos
supervivientes del exterior. Me retuvieron para que fuese emisaria de un
mensaje de apertura de conciencia y de despertar. Lo he estado pensando mucho,
y creo que he llegado a una conclusión.
Al menos en
nuestro mundo, el mundo civilizado, abrir los ojos supondría enloquecer, no
poder dormir, dolor, tristeza, una punzada de soledad. No se puede abrir los
ojos. Para eso ya nos prepararon desde bien pequeños, nos pintaron los párpados
por dentro para no tener que mirar. Aun así, yo jamás les olvidaré.
De hecho,
por fin me he descargado iDog en el móvil, y a mi nuevo perro le he puesto de
nombre Petricor. Vale que no es un nombre muy bonito, pero él se lo merecía.
Así es la realidad, sé que no me equivoco. La vida sige.
¡Gracias por vuestros comentarios y compartid!