07 junio 2013

Conversación con un ser de luz


– Es curiosa la foto 

– :)

– Pq el cielo q se ve reflejado en el charco es más claro q el de verdad

– Y qué te lleva a pensar ése capricho de la naturaleza?

– Aish, pues no sé. Quizá q cada uno es responsable de cómo ve las cosas, q tenemos poder para hacer de una cosa no bonita una bonita.
Tú q piensas?

– Que llevas toda la razón. El agua podría considerarse como el cristalino del ojo, por el cual todos miramos y está compuesto casi por un 80% de agua. La realidad es muy dura, áspera... pero se nos ha dotado de la magia y el poder de convertirla en terciopelo, de hacer que nuestra forma de mirar las cosas lo cambie todo. Nosotros somos la parte distorsionada de una realidad insoportable. Rozando la imaginación, rozando la realidad... Nos difuminamos entre colores que en realidad no existen y texturas que sólo están en nuestra mente. Ahora bien, yo voy un paso más allá y planteo el amor... a éste, quien le da la forma es el alma... Que no es agua ni es realidad, es, simplemente, la única verdad. Lo importante. Lo que nunca muere.

– Vaya… creo que deberías escribir eso y dejar constancia de ello

– Tú eres mi musa, el filtro de un lenguaje que pasa por ti y es escrito con amor.
Gracias

06 junio 2013

Espejo irreal


La historia de un grito puede ser corta, larga, desgarrada... Pero la angustia, como Sancho a Don Quijote, es la que le proporciona la cordura. Conceder alma a un aullido, a un lobo que sin voz, aúlla a la Luna reflejada en un lago sin agua.

La quietud del alma se da ante una vida insulsa, en donde la única duda se tropieza con qué comer y cuándo dormir…

Pienso, después de haber leído que “tenemos aproximadamente los ojos cerrados la mitad de nuestra vida”, que sólo merece la pena vivir una de las dos partes. La que no hablas, ni molestas, ni sientes dolor, ni consumes, ni casi existes… sólo de párpados hacia adentro. Soñar es el dolor que cura, la realidad pintada, el principio borroso con final fluctuante.

Cuando salen las lágrimas calientes es porque ya has vivido bastante en este infierno. Las llamas te han azotado lo suficiente como para brotar ceniza de tus ojos y decides que ya está bien; ya está bien…

El miedo de vivir nos empequeñece, el miedo a sentir nos congela, el miedo… El miedo inhibe la duda, y yo hay noches que no dudo de nada.

Sólo somos una coma en una historia que no tiene principio ni fin.